William Eggleston, el padre de la fotografía en color

Al pensar en William Eggleston nos viene a la mente esa Norteamérica de los años 70 a todo color, llena de vitalidad y sobre todo de realismo. El artista rompió todos los convencionalismos de la época apostando por la fotografía en color como una nueva forma de hacer arte.

William Eggleston, el padre de la fotografía en color

William Eggleston

Este gran fotógrafo nació en el seno de una rica familia sureña en el año 1939. Como consecuencia de la muerte de su padre, que falleció durante la Segunda Guerra Mundial, los primeros años de su educación quedaron en manos de su abuelo, un enamorado de la música y el dibujo.

El resto de su formación resultó un auténtico fracaso. A los quince años ingresó en un internado militar, y posteriormente pisó tres universidades diferentes sin conseguir ninguna titulación. La única clase que consiguió captar su interés fue Arte, asignatura que le abrió las puertas del expresionismo abstracto y la pintura no figurativa.

Durante estos años de formación conoció a Tom Buchan, amigo que le animó a coger una Canon Rangefinder. Como él mismo explica, «en ese momento entendí que la fotografía estaba hecha para mi». Perdió para siempre las ganas de pisar un aula, pero ganó el descubrimiento de la que sería la gran pasión de su vida.

Pronto cambió esta máquina por una Leica, marca de la que siempre sería fiel. Eggleston comenzó trabajando en blanco y negro con películas 35mm de alta sensibilidad. Los primeros escenarios de sus imágenes fueron los suburbios del Memphis que le vió crecer. Situaciones cotidianas y aparentemente espontáneas inundaban estas fotografías.

William Eggleston, el padre de la fotografía

William Eggleston

«La primera persona a la que admiré fue Henri Cartier-Bresson. Hoy en día aún lo respeto profundamente». El Momento Decisivo cayó en las manos de un joven William influyendo en gran manera su forma de percibir la fotografía. Otra gran fuente de inspiración para el padre de la fotografía en color fue sin duda Robert Frank con su obra maestra The Americans.

En el año 1967 decidió comenzar a utilizar película negativa en color, algo que sin duda fue percibido como una auténtica locura por parte de otros profesionales. En esta época la fotografía en color sólo era propia de aficionados, no de fotógrafos consagrados con intenciones artísticas. William Eggleston hizo caso omiso de las críticas alegando que él «siempre había visto el mundo a todo color».

William Eggleston se convirtió en el primer fotógrafo en exponer a todo color en el Museum of Modern Art, de Nueva York. Fue en el año 1967 y marcó un auténtico punto de inflexión en la historia de la fotografía.

Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston
Fotografía en color de William Eggleston

Pese a lo que en un primer momento pueda parecer, cada una de sus fotografías está estudiada al milímetro. El cuidado del detalle es esencial en el trabajo del artista, que dota de gran importancia a elementos que tienden a pasar desapercibidos en las composiciones. Como podemos comprobar observando las imágenes que acompañan el artículo, los objetos generalmente aparecen en el centro del encuadre.

A pesar de ser conocido como «el padre de la fotografía en color», no fue el primero en experimentar con ella. Ya en 1861 James Clerk Maxwell utilizaba filtros en verde, rojo y azul para dotar de policromía a sus fotografías. La evolución se inició primero con el calotipo de William Henry Fox Talbot y ya en la década de 1930 con el lanzamiento de las películas Afgacolor y Kodachrome, que colocaron la fotografía en color al alcance del consumidor.

William Eggleston decidió arriesgar, exponiéndose a la censura de aquellos que habían sido sus referentes. Sin embargo, el artista demostró que la vulgaridad no residía en la tonalidad de una obra, sino en la calidad de la misma, y lanzó la fotografía en color al estrellato. «Mis fotografías son la vida» es el lema que siempre defendió.

Esther de Vicente
Estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Amante de la vida y sus momentos. Me encanta la fotografía, el mundo de la moda, y por encima de todo viajar. Siempre con ganas de conocer lo desconocido.

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