La ciudad sin límites, bienvenidos al Tánger de los años 50
El Tánger de los años 50 fue una ciudad cosmopolita. Durante esta época dorada coincidieron en sus calles personas procedentes de todo tipo de lugares, que por tanto hablaban diferentes idiomas y practicaban religiones muy dispares. Se convirtió en algo parecido al «Toledo de las tres culturas«, un lugar libre y tolerante donde se convivía en una casi perfecta paz y armonía.
El Tratado de Algeciras de 1906 dispuso que la ciudad fuera administrada conjuntamente por los países firmantes; España, Reino Unido, Francia y Alemania. Casi cuarenta años más tarde el general Francisco Franco decidió llevar a cabo una ocupación militar que fue inmediatamente rechazada por el ejército aliado. Tánger se declara entonces ciudad internacional.
En los años posteriores a las guerras que se sucedieron en Europa durante la primera mitad del siglo XX, llegaron a la ciudad personas anónimas y reconocidos artistas que huían de los regímenes dictatoriales que se habían instaurado en sus países de origen. La mitad de sus 100.000 habitantes eran exiliados españoles que se vieron obligados a abandonar su hogar tras la victoria del bando nacional. También convirtieron Tánger en su nueva residencia cientos de judíos perseguidos por el nazismo; además de intelectuales que ansiaban por encima de todo la libertad.
El Tánger de los años 50 se convirtió en el refugio de pintores como Mariano Fortuny, Francis Bacon o Delacroix, fotógrafos de la talla de Cecil Beaton y escritores entre los que podemos destacar a Pío Baroja, Mark Twain o Juan Goytisolo. Fue allí donde Rimsky-Korsakov compuso el inicio de «Scherezade»; y en la habitación número 35 del Hotel Ville de France Henry Matisse pintó «Vu d’une fenêtre». Este último artista al llegar a la ciudad exclamó; «¡El paraíso existe!».
Paseando por la que entonces era capital del mundo podíamos encontrar hasta 19 consulados y 56 bancos de las distintas nacionalidades que allí cohabitaban. En los barrios europeos con grandes avenidas, siendo el Boulevard Pasteur la más importante, se situaban centros de ocio como el mítico Café París, salas de baile en las que igual se tocaba un bolero que música jazz y el Gran Teatro Cervantes.
Construido entre 1911 y 1913 gracias al empeño de Antonio Gallego, Esperanza Orellana y Manuel Peña, fue en los años 50 cuando alcanzó su máximo esplendor. Con 1.400 localidades, se convirtió en el teatro más grande del norte de África y su escenario fue pisado por Imperio Argentina, Antonio Mairena y Carusso entre otros artistas.
Sin embargo, de la que fue «La ciudad de los sentidos« no queda nada. El 18 de abril de 1960 deja de ser cuidad internacional para incorporarse al Reino de Marruecos. Tras la muerte de Mohamed V, su sucesor Hassan II decide reunificar todo el territorio, provocando el declive de Tánger.
Las empresas abandonaron la ciudad y con ellas el trabajo. Miles de personas que habían vivido en el Tánger de los años 50 la mejor época de su vida, ahora deben emprender el camino de vuelta a casa. Pero ya no la sienten como su hogar. Desde entonces sería siempre ese lugar lleno de vida donde todo parecía ser posible.
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