Serguéi Prokudin-Gorski dedicó su vida a la fotografía en color y retrató su Rusia natal
La fotografía que conocemos hoy en día no se parece en nada a la que existió en la época de Serguéi Prokudin-Gorski. Para nosotros, el hecho de que una imagen sea en color es casi natural. No concebimos una cámara que no nos dé esa opción. Pero no siempre fue así. Durante gran parte del siglo XIX se buscó desesperadamente la manera de fotografiar en color de manera que éste perdurara en la imagen. Y es que, muchas veces, el color es clave para una imagen. Un claro ejemplo lo podemos ver en éste artículo sobre el color azul. Afortunadamente se consiguió.
Sin embargo, encontrar el proceso perfecto no resultó nada sencillo para fotógrafos y químicos. Los primeros experimentos en color no podían fijarlo bien a la fotografía y éste acababa desvaneciéndose. Durante mucho tiempo las únicas imágenes de las que el público podía disfrutar eran en blanco y negro.
La primera fotografía en color que consiguió mantenerse fue tomada en 1861 por James Clerk Maxwell. Gracias a él conocemos el sistema aditivo, que estipula que cualquier color puede conseguirse añadiendo rojo, verde o azul. Este método fue el primero usado en fotografía y se denominó tricomía. Tras muchos años intentándolo, se consiguió lo imposible.
En Rusia Serguéi Prokudin-Gorski inventó otro procedimiento para conseguir fotografías en color. Su método consistía en tres exposición monocromáticas diferentes a través de filtros rojos, verdes y azules. Es decir, la imagen se “tomaba” tres veces, una en cada color. Los filtros se encontraban en láminas de vidrio colocadas dentro de su cámara. La lámina, en unos segundos, se deslizaba dando como resultado tres exposiciones casi idénticas bajo 3 filtros de color diferentes. A través de un proyector que él mismo inventó, se proyectaba la imagen superponiendo las láminas y consiguiendo el color.
Este invento nace de toda una vida dirigida a la fotografía. Serguéi Mijáilovich Prokudin-Gorski nació en Rusia el año 1863. Hijo de nobles, tuvo fácil acceso a la educación que culminó en la creación de éste sistema de exposición. Ingresó en el Instituto tecnológico de San Petersburgo para estudiar Química. Esta elección profesional no distaba mucho, por aquel entonces, de la fotografía. Ahí fue donde conoció al que sería su mentor, Dmitri Ivánovich Mendeléyev, conocido por por haber descubierto el patrón subyacente en lo que ahora se conoce como la tabla periódica de los elementos.
Años más tarde, y gracias a sus viajes por Europa, desarrollará una gran pasión por la fotografía. Del año 1906 hasta 1909 Serguéi Prokudin-Gorski es nombrado editor de Fotograf-Liubitel, la revista fotográfica más influyente de la época. Durante ese período comienza a sacar fotografías en color que tienen gran éxito popular.
El interés que el zar Nicolás II desarrolla por sus imágenes le permite seguir trabajando en lo que más quería. Es él quien financia uno de los mayores sueños del fotógrafo: viajar por todo el país y retratar la vida de Rusia. Así lo hace desde 1909 hasta el año 1915. El objetivo de este proyecto era conseguir imágenes que plasmaran la vasta historia y cultura rusa para instruir a los estudiantes jóvenes. Curiosamente, fue este proyecto el que pasó a la historia como su mejor trabajo.
El zar puso a disposición del fotógrafo un vagón de tren equipado con una cámara oscura para su viaje, un coche de la marca Ford para las travesías difíciles y una barco para los momentos en los que debía trasladarse por mar. Además, se le permitió acceder a todos los lugares que habían estado restringidos hasta ese momento. De hecho, cuando la Revolución rusa acabó con la familia real y se estableció un nuevo gobierno, muchas de sus fotografías fueron confiscadas. La excusa que se ofreció fue que se trataba de lugares estratégicos de Rusia que podían ser empleados por enemigos.
Con la caída del zar Nicolás II, Serguéi Prokudin-Gorski se estableció en Europa. Se dice que contaba con 3500 negativos antes de salir de Rusia, de los cuales solamente se conservan 1902. El trabajo de este fotógrafo se considera innovador para su época y es muy sorprendente. En primero lugar por su belleza estética y su calidad para una época en la que las innovaciones tecnológicas no estaban tan desarrolladas. Cuando las observas parecen haber sido tomadas por una cámara moderna. En segundo lugar porque retratan un país con una división enorme en cuanto a avances, sociales y tecnológicos.
Es un trabajo digno de ser admirado y que, por muchos años que pasen, sigue dando qué hablar.
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